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Patatas a la plancha

Puede parecer muy complicado asar unas patatas a la plancha, pero afortunadamente las patatas son increíblemente serviciales, y si sabes cómo hacerlo, te resultará muy fácil.

El delicioso sabor de una patata a la plancha es motivo suficiente para aprender a hacerlo, y salvar el pequeño problema que se presenta: conseguir que la patata se cocine en el interior antes de que se queme por el exterior.

Patatas a la plancha

Para asegurarte de que la patata esté bien cocida en el interior, puede seguir varias técnicas que detallamos a continuación. Todo va a depender del tipo de patata que tengas y el resultado que prefieras.

Técnica 1: Precocinarlas antes de ponerlas en la plancha.

Puede parecer un trabajo extra, pero me gusta cocinar parcialmente la patata antes de ponerla a la plancha. ¿Por qué? En primer lugar, reduce el tiempo de cocción final. Puesto que las patatas están ya medio cocidas, sólo necesitarás unos minutos para crear una costra dorada crujiente.

Además podrás hacer otros ingredientes a la plancha al mismo tiempo. Me gusta utilizar este método para las patatas de piel densa, como las patatas rojas o las Yukón. De esta manera, al final tienen casi la textura de patatas fritas, doradas por fuera y suaves en el interior.

Para ello, corta las patatas en rodajas o cuartos antes de hervirlas en agua a fuego lento durante 15 minutos. Luego, escúrrelas bien y deja que enfríen. Se pueden cocer con antelación y dejarlos enfriar a temperatura ambiente.

Una vez frías, pinta las patatas con aceite, mayonesa o mostaza, y añade unas hierbas aromáticas por encima. Así la grasa ayudará a mantener la humedad dentro y evitará que se peguen en la plancha.

Técnica 2: Hacer las patatas de principio a fin en la plancha.

Si no quieres tomar tantas molestias, se pueden hacer de principio a fin en la plancha, utilizando una combinación de temperaturas.

Parte las patatas en rodajas o gajos, según tus preferencias y deja la piel intacta. Pon la plancha a fuego alto para que empiecen a calentarse. De este modo, el almidón parece sellar la humedad inherente y produce un resultado crujiente por fuera y suave por dentro. Después de 2 minutos, baja la temperatura para que no se queme el exterior, pero la temperatura pueda llegar al centro. Después de 5 minutos, vuelve a aumentar la temperatura para que se vaya formando la costra.

Vuelve a bajar la temperatura otros 5 minutos y, por último, vuelve a aumentarla para el último toque. Pínchalas para ver si el centro está blando. Cuando lo esté, puedes sacar las patatas.